Las manos de Sarín

Por Lilliam Irizarry

lilliam.irizarry@gfrmedia.com

Por eso no es extraño que cuando se cayó por un hueco del techo de zinc que intentaba arreglar en su casa de madera, sus vecinos decidieran unir sus manos para reciprocar la obra solidaria de Sarín, quien fue dueño de uno de los primeros vehículos que hubo en esa comunidad y que sirvió de taxi y ambulancia de todas las familias.

"En todas nuestras casas están plasmadas las manos de Sarín. O están en una puerta, en alguna ventana, en los gabinetes. En algún lugar de cada casa metió su mano", sostiene la vecina Blanca Pérez sobre el carpintero, artesano y trovador.

Lo primero que hizo la junta comunitaria fue citar a una asamblea vecinal en la que unánimemente acordaron que entre todos le construirían una casa nueva a Sarín, en el mismo terreno donde el Programa de Comunidades Especiales había prometido construírsela antes de que la burocracia y el cambio de gobierno arruinaran su sueño.

Lo próximo fue hacer una colecta entre los vecinos, que alcanzaron a juntar de sus bolsillos unos $ 7,000, y consiguieron otros $ 5,000 mediante bingos, rifas y almuerzos. Todo ese dinero se usó para construir los pilotes y la zapata de cemento.

Lo otro que hicieron fue convencer al municipio de que donara los materiales de madera que -gracias a las manos, las horas y las destrezas de tantos vecinos- tres meses más tarde terminaron convertidos en el dulce hogar de Sarín, quien de pequeño vivió en "una casita de paja" en ese mismo barrio.

Ahora, su nueva vivienda le parece "un palacio", "un regalo especial" que en un principio se resistía a aceptar. "La cantidad de gente que metió la mano aquí, aunque yo no quería que hicieran todo esto por mí. A veces me daba coraje y me iba por ahí pa' abajo, pero ellos pa'lante; no me hacían caso"...

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