Maunabo arma la fiesta en torno al juey

Por Ivelisse Rivera Quinones

ivelisse.rivera@gfrmedia.com

El silencio continuó aun cuando el juey que tenía escrito en su carapacho el número dos salió en escapada para ganar sin problemas. La algarabía se apoderó de los presentes tan pronto el resto de los jueyes comenzaron al unísono a salir del círculo que servía de pista y se escurrían entre las piernas de los espectadores.

"Vélalo que se va, vélalo que se va. Se fue, se fue. cógelo", anunciaba el animador de la carrera, con gritos que se confundían con los de histeria de la gente por la cercanía de los jueyes.

De esta forma, subió a escena la parte más esperada del segundo día de actividades del Festival Jueyero de Maunabo, en su edición número 26.

Los interesados en participar pagaban $3 por apostar a uno de los jueyes, que se escogían entre los números del 1 al 12, que es la cantidad de ejemplares en la carrera.

Entre las personas que gritaban estaba Wanda Torres. La mujer no gritaba de miedo, era de emoción y no era para menos. Por primera vez viajó desde Río Piedras a Maunabo con sus hijos y su esposo hasta el festival, con la curiosidad por las carreras, y fueron sus hijos Moisés y Sheila Hernández quienes ganaron el primero y último lugar. Porque sí, al último juey, también le dieron un premio por ser el más lento.

El premio al primer lugar fue una docena de jueyes. Ese se lo llevo Moisés, mientras que a Sheila le dieron una paila verde como las que se usan en las casas para limpiar o guardar herramientas.

"Nos los vamos a comer. Yo misma los hiervo y los saco. Ya me está esperando la olla", dijo la mujer entre risas.

Como la familia sanjuanera fueron muchos otros los valientes que desafiaron el ardiente sol costero para ir a participar del festival. Algunos asistieron por la curiosidad de las carreras, otros por degustar un buen plato de salmorejo de jueyes, una alcapurria o una arepa rellena con el delicioso crustáceo.

"Nos gustan los jueyes, la música y disfrutar de Puerto Rico", dijeron Wilfredo Picorelli y Doris López, residentes de Carolina, mientras se tomaban el agua de un coco frío. Doña Nancy Crooke llegó al festival desde Río Grande. Hizo el viaje motivada por las carreras, pero mientras empezaban se comió un arrocito con jueyes y salmorejo, menú de varios de los kioscos de comida...

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