McKinley, Truman, Bush y Trump

TRIBUNA INVITADA

Cuatro presidentes estadounidenses han sido diáfanos en sus pensamientos sobre Puerto Rico y han comunicado con crudeza lo que otros presidentes no se han atrevido a expresar.

William McKinley (1897-1901), el presidente que promovió la Guerra Hispanoamericana e invadió Puerto Rico en 1898, se reunió el 20 de enero de 1899 con tres prominentes puertorriqueños: Eugenio María De Hostos y los doctores Manuel Zeno Gandía y Julio Henna. En dicha reunión, los delegados clamaron por la celebración de un plebiscito para determinar el futuro político de la Isla. McKinley burdamente les dijo que no se celebraría un plebiscito, ya que Estados Unidos tenía planes para la Isla. Estos, obviamente, no eran la estadidad ni la independencia, sino una colonia militar.

El Presidente republicano establecía sin evasivas las primeras incursiones del nuevo imperio estadounidense con sus nuevas colonias, botín de la Guerra Hispanoamericana.

Los presidentes estadounidenses nombraron varios gobernadores a la Isla a partir de la aprobación de la Ley Foraker de 1900, que estableció un gobierno civil. Sin embargo, muchos de los gobernadores estaban relacionados con las Fuerzas Armadas o provenían de ellas. El primer gobernador civil, Charles Herbert Allen (1900-01), sentó las bases. Al momento de su nombramiento, ocupaba el cargo de subsecretario de la Marina.

Puerto Rico fue responsabilidad del Departamento de Guerra hasta 1933, cuando, por orden ejecutiva del presidente Franklin D. Roosevelt, se transfirió al Departamento del Interior. Irónicamente, fue el presidente Roosevelt el que nombró en 1934 gobernador de Puerto Rico al nefasto general Blanton Winship, responsable de la Masacre de Ponce.

El 16 de mayo de 1946, el presidente demócrata Harry S. Truman (1945-53) vetó legislación aprobada por la legislatura de Puerto Rico para convocar un plebiscito. La legislatura, liderada por Luis Muñoz Marín, había revocado el veto emitido por el gobernador Rexford G. Tugwell.

Truman cándidamente explicó que Estados Unidos no podía comprometerse a implementar los resultados del plebiscito. O sea, que para la metrópoli, eran irrelevantes los reclamos de ciudadanos, expresados democráticamente. En los inicios de la Guerra Fría, Puerto Rico desempeñaba un rol militar-estratégico.

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