Medio año

Miguel Rodríguez Casellas

Arrancó el 2012 en medio de coros apocalípticos, entonados por fundamentalistas cristianos que ven en la crisis la proximidad de la segunda venida, y al resto que nos lleve el Diablo. Para los economistas éste sería el año del fin del euro, y es un hecho que agoniza. No han faltado comparaciones con el 1937, y la caída aún más aguda de la economía norteamericana tras desistir del impulso keynesiano antes de tiempo. Algunos vaticinan que el 2012 será el nuevo 1937. Quedan seis meses para saberlo.

En el plano doméstico, el medio año deja ver una pasarela de eclécticos estampados. Se percibe una vuelta a la violencia narcoganguera de los ochenta, los escuadrones de corrupción policiaca de los setenta, la erosión política del neoliberalismo rossellista de los tardíos noventa y la resaca anticlimática del 2002, que más allá de la victoria de Denisse y Tito, fue un año de desilusión aderezado por las guerras santas de Bush.

La literatura nacional documenta la presencia constante de la queja. Un giro novedoso contemporáneo podría ser la convergencia de pérdida de ingenuidad con una contradictoria pérdida de inteligencia, es decir, que ser menos idiotas no nos ha hecho más perspicaces, el País es menos...

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