Melbournadas

Miguel Rodríguez Casellas

Veo aquí algo del Ponce que quiso ser y no es, con los remanentes de sucesivas burguesías tratando de demostrar ser (y demostrarse) contemporáneas. Su zona central es un cementerio de futuros, cada uno aboliendo al anterior con entusiasmo fratricida.

A Melbourne la dignifican sus fracasos, la ingenuidad provinciana que sobrevive a cada intento de ser lo que no es.

Las lecciones están por todos lados aquí. Primero, el trazado oficial de una ciudad nunca será tan exquisito recurso de urbanidad como son las subversiones a la línea, los callejones de eventos improvisados, los rescates, las resistencias. Así, Melbourne ha hecho de su extraoficialidad una marca, adoptando el sucio y la aberración con el mismo rigor con el que se canta estridentemente civilizada.

Segundo, la mezcla incongruente de actividades, y los conflictos que genera, elevan el perfil y el valor de una ciudad. Imaginen Condado, la Milla de Oro, el recinto universitario de Río Piedras y Ocean Park ocurriendo en un mismo barrio, y no en vecindarios inconexos, como en San Juan.

Tercero, olvídense del auto. Melbourne supo resistir la ola de desmantelamientos de tranvías que afectó a tantas otras ciudades, y, gracias a ello, un ejercito...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR