Memento mori

Por Carmen Dolores Hernández

Cuando la pareja desaparece abruptamente del lugar habitual, la joven -María Dolz- se entera por la prensa de que el hombre, Miguel Devern, ha sido asesinado a cuchilladas por un deambulante. Con ello se desata una serie de acciones y elucubraciones que llevan hacia una espiral sin fin.

No es que la acción se torne apasionante. El estilo de Javier Marías es discursivo; les quita toda urgencia a los temas inicialmente dramáticos al analizar detenidamente todas las disyuntivas inherentes a los diferentes aspectos de la situación o a los diferentes cursos de acción a seguir. A partir del titubeo inicial con la escritura del nombre mismo del asesinado, se entra en un terreno movedizo en el que caben todas las posibilidades, sin jerarquía de probabilidades. María -convertida en amante de un amigo de la pareja, protector ahora de la viuda- empieza a barajarlas. La prosa se torna hechizante, proponiendo continuamente alternativas mediante frases ligadas con la conjunción "o", como para enfatizar la multitud de senderos -todos igualmente válidos- por donde se podría encaminar la trama. o la vida, subrayando así la imprevisibilidad de la existencia: ".nadie acepta ya que las cosas pasan a veces sin que haya un...

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