Entre la memoria y la imaginación

Por Carmen Dolores Hernández

Fotos por lino m. prieto

Extendidas y prominentes, las dos familias de las que proviene -los Ramírez de Arellano y los Ferré- la formaron de cara a un pasado patriarcal, agrícola y casi mítico (en el caso de la familia de su madre, cuya presencia domina la parte principal del libro), y a un futuro industrial, progresista y modernizador de signo norteamericano en el caso de su familia de padre. Esa dualidad, difícil de asimilar por una mente joven pero también estimulante para una mente artística, acicateó su vocación de escritora, que ha ejercido con dedicación desde que en 1976 publicara "Papeles de Pandora". Sus condiciones de vida fueron también determinantes para que, como escritora, haya sido una observadora e intérprete de la sociedad puertorriqueña: ".la ficción no tiene nada que ver con la vida, y tiene todo que ver con ella", dice y repite aquí.

Estas memorias entrañan otras dicotomías: el contraste entre realidad y fantasía, por ejemplo, tan vívido y vivencial en un Puerto Rico en que las hijas de la clase burguesa viajaban, bailaban y eran tratadas (y encerradas) como princesas intocables mientras que a su alrededor -aunque invisibles a sus ojos- existían carencias y necesidades graves. La niña que fue Rosario Ferré se asomó pronto a ese otro lado de su vida de privilegio gracias a una curiosidad que le hacía mantener los ojos abiertos ante todo indicio de una diferencia sustancial en el ser, el aparecer o el comportamiento de quienes la rodeaban. La burbuja que entonces cobijaba a la juventud burguesa nunca resistió su análisis. Son sugerentes sus descripciones, por ejemplo, de los reinados de fantasía en el Club Deportivo de Ponce mientras la escasez, las huelgas y las guerras ajenas en las que participaban los puertorriqueños asolaban a la población.

Aquí también aparece la contraposición de las dos ciudades más asociadas a su vida: Ponce y San Juan. Si la primera fue la ciudad de la infancia, de la vida familiar, de las primeras lecturas y de los primeros descubrimientos -entre ellos los de leyendas urbanas que develaban esqueletos en los armarios más exclusivos de las familias bien y los de manifestaciones de la cultura popular a través de cantantes melifluos y películas mexicanas- San Juan ha sido la ciudad de su madurez como intelectual y como escritora. Fue la UPR -a través de sus profesores- la que le ofreció un cauce para llegar más allá del entorno provinciano puertorriqueño. Allí hizo...

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