Vomitar de miedo y después, ¿qué?

ANGIE VÁZQUEZ

PSICÓLOGA CLÍNICA Y SOCIAL COMUNITARIA Y PROFESORA UNIVERSITARIA

Primero, asumir que el pueblo necesita imágenes grotescas para entender el problema es falso y ofensivo. ¿De dónde sale la idea de que no entienden? ¿Acaso de un soslayado prejuicio de que somos ignorantes? ¿Es posible sufrir el embate directo de la violencia y no tener idea de lo que está pasando?

Aclaremos que el pueblo no es bruto y que caracterizarle como incapacitado para reconocer la gravedad del problema es un discurso de peligrosa demagogia. Fortalece la idea de que debemos ser protegidos por "mentes privilegiadas" ajenas y superiores.

Esta opinión es prototípica de viejas estrategias ideológicas que buscan condicionar al país hacia la sensación del desamparo. En otras palabras, hay que incapacitar e inmovilizar al pueblo. Pregúntese cuáles son las motivaciones y cuáles, las consecuencias.

Segundo, la premisa de estimular la colaboración ciudadana por imágenes violentas es falsa y refleja crasa ignorancia del comportamiento humano. Arrastra la mal concebida idea de que el silencio ciudadano es la causa de la criminalidad, quitándole responsabilidad a quienes tienen la función explícita de controlar, prevenir y manejar el problema. ¿Desconoce que la exposición a la violencia engendra más violencia y miedo? Una repetida exposición produce saturación, habituación y fatiga que se convierten en indiferencia. Estudios psicológicos confirman que los mensajes de miedo no detienen la conducta negativa. Al contrario, provocan rebeldía o apatía. Otra debe ser la estrategia para activar la acción ciudadana.

La tercera premisa es cierta. Constituye la ineludible responsabilidad ciudadana, y concurrimos con ello. El pueblo tiene que despertar, dejar de quejarse, salir de su encierro defensivo y sacar los políticos que no han cumplido con su tarea de administrar bien el país dejando la población a merced de la ambigüedad, la retórica y las mentiras politico-partidistas que provocan gran parte de nuestro desorden social.

Sagardía verbalizó ese peligroso pensamiento retrógrado que perpetúa el statu...

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