Miguel Cotto supo poner coto a sus desórdenes

Cada vez que se menciona a Gómez y a Tito, enseguida se piensa en el 1-2 del boxeo puertorriqueño de todos los tiempos, en el orden que usted quiera; y si se trata de Benítez, el tercero, con Macho Camacho pisándole los talones; pero ahora con Cotto, que se retira después de su pelea del 2 de diciembre contra Sadam Alí, en el Garden, ya no puede ser el quinto por sus cuatro cetros mundiales y su éxito mayúsculo en aspectos ajenos al toma y dame.

Aunque no cumplió su palabra de colgar los guantes a los 30 años, por hablar precipitadamente, su carrera llega a su fin con un palmarés tan dorado que muy bien podría sobrepasar a Benítez, el monarca universal más joven de la historia, con apenas 17 primaveras, al destronar a Antonio Cervantes en las 140 libras de la AMB, el 6 de marzo de 1976.

Sin embargo, ninguno de la cuarteta mencionada, ni Carlos Ortiz, ponceño que se domicilió ven Nueva York, ha podido plantar bandera en Estados Unidos como Cotto, que nació en Rhode Island, el 29 de octubre de 1980, mientras su padre, de igual nombre, servía en las Fuerzas Armadas, y quien crió a todos sus hijos con disciplina militar.

Pero Miguel, definitivamente, es de Caguas no solo por adopción, sino por decisión propia; y allí comenzó sus trajines pugilísticos con su tío Evangelista, con quien rompió relaciones profesionales y familiares tras un alegado ataque físico del sobrino en el gimnasio Bairoa, que llegó a los tribunales.

A medida que obtenía títulos universales, empero, se le acusaba de llevar una vida desordenada en sus tiempos libres; con alegados contactos repetidos con...

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