Un milagro de Dios y la ciencia

POR SARA DEL VALLE HERNÁNDEZ

sdelvalle@elnuevodia.com

La primera de ellas comenzó con su nacimiento y siguió a lo largo de su joven carrera como boxeador aficionado en la que ganó cuatro cinturones, múltiples medallas y hasta acarició la oportunidad de representar a la Isla en los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe.

La segunda puede trazarse desde el fatídico 4 de febrero pasado, día en que sufrió un aparatoso accidente automovilístico que por poco le cuesta la vida, lo mantuvo en coma por dos meses y medio y lo separó del deporte que tanto ama.

El 14 de septiembre fue una fecha definitoria en su corta vida de 18 años. Ese día llegó acompañado de su mamá desde Lares en silla de ruedas, con graves dificultades para hablar y sin poder mover el brazo derecho a la oficina del neurofisiólogo Enrique Font en la avenida Eleanor Roosevelt de Hato Rey.

A partir de esa fecha, el cambio en Ángel ha sido prácticamente milagroso. Ya camina con la ayuda de un bastón, habla mucho más claro, puede mover el brazo e incluso dar la mano con notable fuerza.

Del día del accidente, Ángel sólo recuerda que salió de la escuela donde estudia, la Domingo Aponte Collazo, a practicar boxeo en su casa junto a cinco panas. Cuando iban de regreso a la escuela para participar de un juego de sóftbol, ocurrió el terrible accidente.

"Ellos iban por la carretera 129 de Lares en dos carros. Macho (como le dicen a Ángel) iba en el del frente. Según me cuentan, ellos venían rápido y al acercarse a una curva, el conductor del carro en el que él venía (lo dice mientras mira a su hijo) redujo un poco la velocidad, pero el de atrás no. Y lo chocaron por detrás. El carro donde iba Macho perdió el control y chocó contra uno que venía de frente. Ángel, que venía de pasajero al frente, se golpeó la cabeza", narró Marlene Pérez, madre del chico, con el terror todavía grabado en los ojos.

Tras la colisión, en la que falleció una de las personas involucradas y que sucedió en horas del mediodía, el joven fue atendido en el Hospital Castañer de Lares, posteriormente trasladado a Arecibo y de ahí lo llevaron al Centro Médico.

"Cuando llegué al hospital, me dijeron: 'Reza para que llegue vivo a San Juan'. Yo quería que la tierra se abriera y me llevara a mí", recuerda la mujer. "Fue terrible, terrible", añade moviendo la cabeza en negación.

Entre tratamiento y tratamiento, el boxeador recorrió otros centros de cuidado todavía en coma, como el Hospital Bella Vista, de Yauco, el Centro...

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