Milenarios olivares

Por Mariana LafontEspecial para De Viaje

El olivo, símbolo de paz y abundancia, está ligado desde siempre a las culturas mediterráneas, de los fenicios a los egipcios y los griegos. Ir a Oriente Medio es viajar a su tierra natal, donde resiste estoicamente sequía y calores. Extraordinariamente longevos, se conocen ejemplares milenarios: porque cuando el tronco del olivo se agota, genera rebrotes y sobrevive. Según la Biblia, el aceite de oliva se usaba para iluminar templos y hogares, y se cree que Jerusalén estuvo desde siempre rodeada de olivos. Los musulmanes también veneraban su aceite y lo expresaron en el Corán, "Dios es la luz de los cielos y la tierra. Su luz es como la de un candil en una hornacina... Se enciende gracias al árbol bendito del olivo, el árbol que no es oriental ni occidental, cuyo aceite alumbra casi sin tocar el fuego: es luz de la Luz".

El olivo, como símbolo de fecundidad y victoria, también está en los orígenes de Grecia y en la fundación de Atenas, ciudad que la diosa Atenea logró poner bajo su patrocinio al plantar un olivo. El árbol se convirtió en objeto de cuidados y conservación: herirlo o cortarlo se castigaba con el destierro. Los vencedores en los Juegos Olímpicos eran coronados con ramas de olivo, también usadas en las fiestas dionisíacas para propiciar buenas cosechas. El respeto griego por el olivo fue imitado por los romanos, que expandieron y mejoraron su cultivo y lo llevaron a todas sus colonias.

La capital griega es una de las ciudades de más antiguo origen en el mundo. En el primer milenio antes de Cristo se convirtió en una de las polis dominantes de la Grecia clásica, un gran centro cultural con artistas, escritores y filósofos que moldearon la cultura occidental. De su época de apogeo -el siglo V a. C. o Siglo de Pericles- quedan grandes edificios como el Partenón, el Erecteión, el templo de Hefesto y el de Sunión.

La ciudad moderna nació en 1834 como capital de Grecia independiente y su corazón es la concurrida Plaza de Sintagma, donde está el Parlamento. El casco antiguo está en los barrios Plaka y Monastiraki, con pintorescas callejuelas, tiendas, tabernas y hotelitos. Mientras en la Plaza de Monastiraki hay un colorido mercadito, en la parte alta de Plaka está Anafiotika, un barrio al estilo de las islas del Egeo. Y si se buscan galerías de arte y vida nocturna sin alejarse de la Acrópolis, hay que ir a Psirí, Thissio y Gazi. En Kolonaki, al pie del monte Licabeto, hay un barrio señorial...

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