La mirada que manda y va

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuelvodia.com

No es maestra, no es escritora y no es dueña de una editorial comercial, pero revisa y reproduce todos los libros de Educación. Esa es su labor en el Centro Educativo para Ciegos e Impedidos de Puerto Rico (CECIPR), institución sin fines de lucro que suple los textos para los estudiantes ciegos del sistema de enseñanza pública. Así fue que se enteró del contenido de los libros que recién se integraban al currículo de Educación en el 2009 y que, a su juicio, incluían alusiones sexuales que no eran adecuadas para los estudiantes.

Su acción y el consabido resultado fueron severamente criticados por escritores, intelectuales y educadores, entre otros sectores. Pero asegura que no se inmutó. Dice ser lo suficientemente segura de sí misma para actuar de acuerdo a sus ideales a pesar de lo que piense otra gente.

No es de extrañar. Hija única de un hacendado de Lares, tuvo una crianza estricta y un modelo paterno de dedicación al trabajo y de arrojo en los negocios, que influyó en la formación de su independencia de criterio y de un carácter fuerte, que la llevaron a casarse y divorciarse muy joven -en los años 60, cuando el divorcio no era tan común- y, posteriormente, a luchar por sus hijas y su formación profesional.

En la década de los 90 descubrió la inexistencia de una editorial que produjera libros para los estudiantes ciegos y en 1995 fundó el CECIPR, única institución en Estados Unidos y el Caribe que reproduce textos en español en letras agrandadas y en el sistema Braille.

Curiosamente, se ubicó al lado de la escuela para ciegos Instituto Loaiza Cordero, estructura que construyó un tío suyo y de la cual su padre le hablaba cuando era niña.

Aunque es la única suplidora de esos libros en Educación, no ha dudado en protestar contra funcionarios que, asegura, incurrieron en irregularidades, en contra de su gestión y de los alumnos ciegos. Como prueba, mostró t-shirts con frases que emplazaban fuertemente al ex secretario Rafael Aragunde.

Con su voz ronca y una mirada fija, explica su actitud al decir que "cuando yo creo en una causa voy hasta las últimas consecuencias". Al final de la entrevista, toda esa fortaleza se desborda en una lágrima al revelar que, a sus 67 años, podría hacer otra cosa, pero que su compromiso con los estudiantes ciegos y legalmente ciegos es muy fuerte. "Aquí hay un tesoro y voy a luchar por él porque este es mi legado", manifiesta, antes de dar un firme apretón de...

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