Moderna, delicada y colorida

end.croldan@elnuevodia.com

Aunque se formó como arquitecta, sintió desde chica atracción por las joyas. Le impresionaban los collares bien elaborados con los que se adornaba su mamá. De jovencita la imitaba poblándose los dedos con sortijas y encargándose de cargar en el cuello un extraordinario acento.

No tardó mucho en buscar la forma de confeccionar esos adornos ella misma, como podía y como se le ocurría. Mientras estudiaba arquitectura en la Universidad de Puerto Rico su curiosidad por el diseño de joyas creció, tomó cursos, practicó, hasta que un día fue inevitable: empezó a considerar aquel pasatiempo como vocación.

"En algún momento hizo 'click'. Pero sabía que si quería hacer joyería en serio, tenía que hacerlo bien. Tenía que estudiar", recuerda.

Así es que con un grado de arquitecta se marchó a Berlín. Aprendió alemán en las calles para descubrir historia del arte, dibujo técnico, física y química de metales y muchos otros temas que aportan contexto y perfección al oficio del orfebre. Y aunque confiesa que al principio sintió temor de perder su toque intuitivo hoy agradece la educación formal.

"Creo que es importante el rigor cuando uno se está educando porque hay trabajos que requieren ese nivel de precisión. La joyería, a diferencia...

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