Mono

Gabino Iglesias

Tres ramas más arriba, un simio llora con la cabeza entre sus hábiles dedos.

"¿Qué pasa, mi querido primate, por qué lloras así?", pregunta el pequeño reptil.

"Ay, amigo, lloro porque siento que se acerca mi final", responde el cariacontecido de los dedos oponibles. "¿Ves aquella manada de ahí abajo?", le pregunta el mono al lagartijo mientras señala a un grupo de hombres que rodean una jaula. "Esa panda de animales intenta capturarme para no sé qué nefasto propósito. Llevo algunos días comiéndome la fruta que me dejan para hacerles sentir bien, pero los humanos no sólo son las bestias más dañinas, sino también las más tercas y me parece que no descansarán hasta verme tras las rejas", explica el mico entre gemidos.

"¿Y eso qué tiene de malo?", pregunta el lagartijo, dejando claro que los temas de bípedos le importan poco.

"Yo soy mono, colega, no chivo expiatorio", responde el mono. "Si estos animales me atrapan, me pasearán delante de la prensa con tal de que la gente se ría de mi...

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