'La muerte de mi hijo servirá para crear conciencia'

Por Miguel Díaz Román

mdiaz2@elnuevodia.com

Su madre, Johanny Davis Prieto, de 35 años de edad, y su padre, Raymond Machicote Hiraldo, de 36 años, se aferraban ayer a su fe religiosa para soportar el dolor que les causó la muerte de uno de su cuatro hijos, mientras las gotas de una lluvia vespertina atrasaba su salida del cementerio.

"Esto va a tener consecuencias buenas porque 'Ñito', así le decíamos, era un niño especial. Esto no ocurrió por casualidad. La muerte de mi hijo servirá para crear conciencia de que esta situación (el crimen) no puede continuar. Esto va unir familias", dijo convencido Machicote Hiraldo.

Su esposa permanecía en silencio observando el horizonte sin ocultar los rastros de las lágrimas en sus grandes ojos negros. "El quería ser de todo, bombero, policía, pelotero, jockey. No tenía límites y tenía buenas notas. Era un niño que todo el mundo lo quería. Por eso vino tanta gente al entierro", dijo Davis Prieto con una tímida sonrisa en sus labios.

El martes en la noche, mientras se encontraba junto a su casa en el barrio La Central de Canóvanas, Jerremy recibió un disparo que le destruyó los intestinos. La bala mortal era parte de una ráfaga de disparos que presuntamente, según sospecha la Policía, iban dirigidas contra Gabriel Sánchez López, quien es padre de uno de los niños que resultó herido esa noche.

"El es mi sobrino (Sánchez López) pero yo no sé nada sobre lo que se dice de él. Él vino a predicar desde el estado de la Florida a principios de junio", dijo Davis Prieto.

"Él (Sánchez López) le estaba hablando a los nenes de la adolescencia y de Dios cuando se oyeron los disparos. Él es una nueva criatura en Dios. De mí también se han dicho cosas, que soy...

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