Pariendo muertos

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

ESCRITOR Y PERIODISTA

El pasado lunes 18, Julián quiso celebrar su cumpleaños y se encaminó al área del Condado con su novia Francheska, de 21 años.

A la ilusión luminosa del futuro que le aguardaba, como Julián a lo mejor comentaba con su novia, le aturdió un relámpago de sangre que le destruyó sus planes y les produjo a padres y abuelos; a Francheska; a sus compañeros de estudios; a sus amigos, y a quienes le conocimos en los tiernos años de su vida, un permanente y devastador sobresalto.

Otro muchacho cinco años menor que Julián acabó viciosamente con su vida y estuvo a punto a acabar también con la de su novia.

¿Qué buscaba ese muchacho de 14 años de edad? Dinero, la cantidad que fuera, y lo consiguió; un celular, o dos, y lo consiguió. Entonces, ¿por qué arrebatarle la vida?

Porque ese muchacho de 14 años de edad nunca ha entendido -y desde luego que jamás entenderá- que el más sagrado de los respetos que se debe a todo ser humano es el respeto a su vida. Es claro, por lo que ha revelado el inicio de la investigación policial, que su vida ha sido un torcido recorrido sin guía en el que su entorno familiar nunca advirtió o nunca le importó -por irresponsabilidad o ignorancia- las conductas de riesgo que fueron lacerando su comportamiento personal y social.

La investigación deja ver que ese muchacho había cometido varias "faltas graves", protagonizado varias fugas de las instituciones del Estado a cargo de sancionar sus extravíos -como ese supuesto Departamento de la Familia, cuya secretaria está al día culpando a quienes le antecedieron en el cargo, es decir, colgando a otros las fallas de su propia responsabilidad. De manera que en el comportamiento -y también en el infausto desenlace del Condado- el entorno familiar y la negligencia oficial tienen sus irresponsabilidades compartidas.

Por ambas irresponsabilidades, a ese muchacho de 14 años nada le importó segar la vida de Julián y seguir su recorrido de delincuencia y menosprecio a las vidas o integridad física de sus próximas presas. Por eso nada la importó...

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