De los muertos a formar jóvenes que salvan vidas

La muerte vive asediada por un halo de misterio, expele dolor e incertidumbre y a veces, cuando llega sin aviso y violenta, puede clavar agonía a perpetuidad.Pero ella la conoce bien. No le teme. No le huye. Sabe cómo luce, cómo huele y entiende las huellas y marcas que deja a su paso en un cuerpo cuando engulle una vida.No es que sean amigas, pero como han caminado juntas por tanto tiempo, más de la mitad de los 75 años de vida que tiene, le agradece las lecciones que le da.Tras 25 años en lo que hoy se conoce como el Negociado de Ciencias Forenses (NCF), Yocasta Brugal pasó de los cadáveres, fríos cuartos e instrumentos de autopsias, a la calidez, viveza y energía de los jóvenes que ayuda a formar para salvar vidas como presidenta de la Escuela de Medicina San Juan Bautista de Caguas."La academia me apasiona. El ciclo en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) ya lo pasé... Me siento con el mismo ánimo", dijo a El Nuevo Día esta mujer, cuyas opiniones tienen el peso de la vasta experiencia de una científica, experta patóloga forense, académica, médica y administradora.Aún la buscan para asistir en casos judiciales, pero solo acepta los que la evidencia la convenza."Lo más importante de un patólogo forense es la pasión por la investigación y hacer justicia", dijo con su voz suave e imponente.¿Cómo define la muerte?—Es un proceso normal de la vida... Las muertes violentas tienen otra connotación, ya sea un asesinato o accidente. Es inesperado y conmueve mucho a la gente.¿Cómo procesa la muerte de un ser querido?—Mis familiares han sido por muerte natural... He tenido que hacer autopsias a conocidos.¿Cómo se afronta algo así?—Impacta, pero hay que reponerse. Cuando vas a hacer el examen interno, dices: "Ponle algo en la cara para estar lo más tranquila". Me pasó con maestros y amigos.¿Hay vida tras la muerte?—Mi expectativa es que sí existe.¿Le teme a la muerte?—No, pero no me gustaría una muerte violenta.¿Qué caso le robó el sueño?—El más impactante fue de una persona que abusó de unos niños. Se fue de Puerto Rico y al volver, esos niños ya eran adolescentes. Lo invitaron a salir. Se lo llevaron a las montañas y allí lo mataron. Lo abrieron, le sacaron el corazón, le introdujeron un tubo, lo desmembraron. Bajaron con el corazón en una bolsa. La Policía los paró y les preguntó por qué estaban salpicados de sangre.¿Qué respondieron?—Que era la matanza de un cerdo y tenían el corazón... Tardé días en recuperarme. Cerraba los ojos y lo veía con...

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