'Este mundo no mejora ya'

Por Ricardo Cortés Chico

rcortes@elnuevodia.com

Además, "la muerte no puede ser así... tan repentina", dijo la mujer mientras interrumpía su pensamiento. Se apreciaba tranquila y pausada. El dolor era opacado por la negación de lo sucedido, aunque en la mañana de ayer ella misma había visto el cuerpo, cuando fue a identificarlo en el Instituto de Ciencias Forenses.

Por momentos, el dolor también parecía opacado por la cotidianidad del luto. "Esto ya no mejora", se escuchó decir a la mujer, de 46 años, entre sus lamentos. Después de todo, en Loíza, donde viven alrededor de 30,060 personas, anualmente mueren 30 víctimas de las guerras territoriales, exclusivas de este pueblo. Estos números se traducen en una de las tasas de asesinatos más altas en todo el país.

"Lo más que duele es que eran inocentes. (Ellos) no le habían hecho daño a nadie", resumió la mujer.

A unos 100 pies estaba el pedazo de acera donde su hija, Diane Marie Quiñones Solís, de 25 años, pasaba las tardes junto con Joshua Betancourt Santos y Alvin Oscar Solís Osorio, las otras dos víctimas de la sangrienta balacera ocurrida la noche del domingo en el sector El Cabo, en Loíza. Betancourt Santos tenía 21 años y Solís Osorio, 20.

Era una acera frente a una casa abandonada. Allí, jugaban dominó, hacían una que otra travesura y devoraban su cena los tres como amigos inseparables que eran. "Eran tan apegados que decíamos que eran uña, carne y mugre", dijo Raquel Osorio, la tía de una de las víctimas. Para ella, la muerte es también dolorosa porque Quiñones Solís, presuntamente, estaba embarazada. Quiñones Solís y Solís Osorio eran primos, se informó.

Entre el trío no había amenazas o rencillas. Se trataban como hermanos. Tampoco había amenazas en contra de ellos, coincidieron prácticamente todos los familiares consultados ayer por El Nuevo Día. De hecho, los tres venían de una iglesia cuando fueron atacados por el asesino que descargó un total de 22 disparos contra ellos.

"Yo creo que se confiaron y no pensaron que podían atacarlos porque no tenían problemas con nadie. Aquí, en Loíza, no se puede entrar así a los sitios porque puede ser peligroso y ellos lo sabían. Por eso, creo que se confiaron", mencionó Osorio.

La explicación policiaca de los hechos era un tanto similar. La teoría de la Uniformada ayer era que las víctimas de esta novena masacre en lo que va del 2012 fueron confundidas por personas del bajo mundo.

El automóvil que usaban pudo contribuir a esto. La guagua Dodge...

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