UN MUSEO DEL ASTRO BORICUA

POR JOEL ORTIZ RIVERA

NOTA DEL EDITOR: Parte de una serie sobre el 40 aniversario del hit 3,000 de Roberto Clemente

De eso se ha encargado Jorge Rodríguez, un barranquiteño de 47 años que aunque nunca tuvo la dicha de ver jugar al Astro Boricua, lo venera como muchos otros puertorriqueños: como un gran pelotero, pero más que nada, como un gran ser humano. Habrá vecinos y compueblanos que no se imaginen que Rodríguez posiblemente tenga una de las mayores colecciones de memorabilia y artículos de Roberto Clemente que algún ser humano haya podido recopilar.

Dos de las tres habitaciones de la residencia de Rodríguez están prácticamente cubiertas de todo lo que uno se pueda imaginar uno sobre el desaparecido carolinense: serigrafías, tarjetas, revistas, monedas, películas de 8mm, 35mm y VHS, discos, boletos, programas, figuritas, bolas firmadas, cajas de cereal, periódicos, bates conmemorativos, bustos, vasos, tazas, relojes, libros, sellos postales, placas, recortes de revistas... de todo.

Hasta un 'mini locker' de menos de unas 10 pulgadas de alto que -como si estuviera esperándolo- en su interior guarda miniréplicas de bates con la firma de Clemente, dos minicascos de los Piratas de Pittsburgh y de cuya puerta cuelga de un miniuniforme con el número 21.

Entrar es como sumergirse en una burbuja en el tiempo, trasladarse a una época en que este puertorriqueño, latino y negro se convirtió en una de las principales figuras del béisbol de las Grandes Ligas, a la vez que derribaba barreras y abría puertas a otros latinoamericanos.

"Me interesé por él luego de su desaparición. Siempre lo veía en periódicos, revistas y la televisión. Con el tiempo fui leyendo sobre su vida y a fines de los ochenta comencé a coleccionar artículos. Empecé con las tarjetas", recordó.

Al día de hoy, ese pasatiempo se ha convertido en una pasión que si no los rebasa, debe estar cerca de superar los 3,000 artículos. "(Clemente) fue un pelotero bueno, bueno de verdad, pero más aún, por el ser extraordinario que fue. Siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás, especialmente a los niños. De hecho, decía que si tenías el tiempo para ayudar a los demás y no estabas haciendo nada, estabas perdiendo el tiempo".

Rodríguez, casado pero sin hijos y hojalatero de profesión, estima que debe haber invertido sobre $ 100,000 en los artículos que posee, y el más caro que ha adquirido le costó unos $ 2,500. Los más significativos los ha mandado a certificar como originales, y no...

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