MÚSICA SIN FRONTERAS

Por Marcos Billy Guzmán. Especial El Nuevo Día

Somethin's at the edge of your mind, you don't know what it is

Somethin' you were hopin' to find but your not sure what it is

Then you hear the music and it all comes crystal clear

The music does the talkin', says the things you want to hear

Magic Power, Triumph

Anda con un tumba'o tan marcado que hay que mirarlo. Casi cojea, pero no está lastimado. "Ése es mi estilo", asegura. Los pantalones los usa debajo de los glúteos y una cadena de plata que dice atesorar como su "mejor blin blin" la combina con gafas oscuras. Se describe urbano, aunque el sombrero blanco que lleva puesto y la guayabera que ha elegido para ir al cine revelan contrastes en su apariencia.

"Lo mío es el reguetón y la salsa. Soy lo que entre los artistas se conoce como caco y también soy bien cocolo", explica al ser abordado. "Lo mismo te escucho a Daddy Yankee que te oigo cualquier canción de La India".

No es artista, pero Roberto Luis Hernández se toma la música muy en serio. A sus 31 años, el chofer oriundo de Hatillo no niega que las canciones que escucha influyen su estilo de vida. "Eso es así", aclara. "Lo mío es cool, porque es lo que me gusta. A lo mejor no sea para siempre, pero por ahora esta es la que hay".

Conductas como la que Hernández proyecta por medio de su estilo aparentemente contradictorio refleja una manifestación más propensa a raíz del impacto de la industria musical y la trascendencia que esta tiene sobre el individuo. Algunos expertos ya opinan que se trata de una ola en crecimiento.

"Esa fusión no es nueva, pues si incluso habláramos de la plena no podríamos negar las raíces afroboricuas y caribeñas. Pero hoy es más marcada", menciona la antropóloga Bárbara Abadía-Rexach, autora del libro Musicalizando la raza: La racialización en Puerto Rico a través de la música. A su juicio, esa amalgama responde a que "la música refleja la cultura y la cultura refleja la música". Explica que "es algo circular".

En ello coincide Stephanie Nidsa Vélez. Cuando analiza su "auténtico look", la joven considera que "vivo un momento nuevo" en el que tiene la "posibilidad para romper las cajas de los géneros musicales". La chica de 24 años lo dice mientras muestra la capa negra que usa hasta el tobillo, el polvo casi blanco que le cubre el rostro, el maquillaje negro que delínea sus ojos y las puyas que le rodean el cuello.

"Soy gótica y me reúno con mis amigos en el mall", comenta, "pero así mismito salgo a bailar con...

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