La nación y los nacionalismos

Por Carmen dolores hernández

Fotos Ángel Luis García

La nación, sin embargo, es una construcción moderna que nació en el siglo XVIII cuando las revoluciones norteamericana y francesa terminaron con el régimen aristocrático imperante e hicieron de la nación el vehículo de coherencia política de un gobierno representativo.

Un historiador analiza aquí la trayectoria que desde entonces ha seguido la idea nacional en Francia, Alemania y Estados Unidos, conformando la historia reciente. Expone la necesidad del nacionalismo de afirmarse en contra del "otro" convertido en enemigo precisamente por reclamar su propia diferenciación y grandeza nacionales. El sentido de identidad nacional necesitó, además, una educación "nacional" para enseñar valores "propios", interpretando desde esa óptica los hechos históricos y asignándoles "heroicidad" a ciertas conductas. La unidad nacional trascendió una fundamentación geográfica, lingüística y cultural para representar la voluntad política de un pueblo soberano cuyos integrantes eran "ciudadanos" y no súbditos. Y se identificó -la nación- con actitudes y prácticas religiosas: su tradición y sus símbolos se consideraron sagrados. Como la religión, la nación exigía sacrificio, a menudo el de vidas jóvenes que guerreaban contra los nacionales de otros países que defendían su propia "esencia" sacrosanta y una "misión" intransferible.

Kramer resalta ironías y omisiones en la construcción de la nación. Hasta el siglo XX ni las minorías raciales ni las mujeres entraban en el concepto y, mientras los norteamericanos, por ejemplo, defendían su nueva...

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