Naranja

Yara Liceaga

En aquella toma se contenían una fuerza y una belleza descomunales capaces de transformar la distancia que tomamos ante temas incómodos o fantásticos en templada cercanía: reconocimiento, empatía.

Una simple y sencilla flor naranja en la comisura de la boca en primerísimo primer plano. El film -inquietante, un "must see"- de repente estaba contenido en aquella flor y era inevitable seguir la vida como espectador -después de haber visto la película entera- acompañada (o acompañado) de esa imagen que es detonadora del placer que provoca tener contacto con la experiencia estética. Es decir, el gozo que deriva del arte.

Esa capacidad de maravillarse ante las cosas sencillas (o complicadas) es muy fácil de extraviarse; comienza como un proceso natural del aprendizaje en la niñez y va dejándose como una piel que se muda en láminas sobre el camino, pero es lo...

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