El narco de verdad y el de embuste

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

Revelaciones que han ido saliendo a la superficie poco a poco, trazos en apariencia desconectados el uno del otro que han ido formando de manera espontánea un mosaico aterrador, han empezado a poner a este muchacho en su verdadero lugar.

El narco de verdad no es el chamaquito del punto de la esquina. Ése es apenas el eslabón más débil, el peón de la industria esta de muerte que tiene al país de rodillas, sin que nadie que importe parezca que de verdad se haya dado cuenta.

El verdadero narco es el que tiene el poder de colocar una maleta con un millón de dólares en una lancha de lujo con destino a la República Dominicana y comprar quién sabe cuántos kilos de cocaína, para traerlos acá, dejar unos pocos aquí y reenviar el resto a Estados Unidos, donde de verdad le tienen tremenda pasión al polvito blanco ese.

El verdadero narco anda de traje y corbata, vive en urbanizaciones de acceso controlado, tiene negocios que parecen legítimos, sus hijos van a colegio católico, anda en carro caro, burla el supuestamente infalible sistema bancario para lavar su dinero y administrar la empresa que infla la estadística de la actividad comercial en la Isla.

El narco fatulo del barrio se mete al peligrosísimo negocio del punto para tener unos cuantos pesos con los cuales comprar lo que siempre se le hizo necesitar: una motora Vento, unos tenis caros, una camisa de Kobe Bryant. O para sentirse importante pasando una noche sin tensiones poniéndole pesitos a las bailarinas del bar 'topless' de su predilección.

El narco de verdad se mete al negocio porque le dicen que no verá sangre y ojos que no ven corazón que no siente. El fatulo mata para marcar terreno y para rankearse y es matado porque su vida útil es brutalmente corta. El verdadero corrompe bancos, comercios, políticos y gobiernos, con su dinero apestoso a tumba.

Es una relación como siempre son las relaciones de poder y dominación: el de abajo deja el cuero en la calle para que el de arriba pueda vivir en paz. El de abajo sobrevive, el de arriba vive. Uno monda y el otro chupa.

19,500 kilos de cocaína son importados desde la República Dominicana a Puerto Rico anualmente, se supo recientemente. El 90% se va a Estados Unidos y el resto se queda...

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