Navidades con recetas de mi madre

Por Paco Villón

Especial el nuevo día

Antonio José Ponte, escritor cubano, en "Las comidas profundas"

Si un verdadero santo he conocido en mi vida, ese fue mi padre. Veterano y teniente de la Guerra de Independencia de Cuba, tenía tres grandes pasiones: mi madre, el dominó y las carreras de caballos.

Jamás hablaba mal de nadie, sus hermanos masones eran de veras sus hermanos y sus hijos su dedicación. Era tan honesto que a pesar del amor por su hobby de las carreras de caballos, jamás jugó un centavo, aun cuando iba hasta dos veces a la semana al hipódromo Oriental Park en Marianao, ciudad vecina de La Habana, y era un experto haciendo selecciones pues era un excelente matemático. "Yo soy cajero de la Singer Sewing Machine Co. (lo que hoy día sería un contralor) y no se ve bien que yo juegue", decía. Además, era abstemio. Yo iba con mis padres a Oriental Park y allí, entre carrera y carrera aprendí a comer un nuevo manjar: ¡hot dogs!

Papá era tan modesto y tan criollo que raramente mencionaba que descendía del Marqués de Santa Cruz, y nunca poseyó un automóvil. Siempre lo conocí a dieta, ya que supuestamente "padecía del hígado". Quizás hoy día el Prilosec o el Pepcid le hubiesen permitido comer de todo. Pero él se deleitaba con los postres que le preparaba mi madre con amor, una excelente repostera.

Como a todos nos pasa, los recuerdos de la niñez se ven matizados por las memorias amorosas y eso hace que los placeres más sencillos se hagan inolvidables. Así recuerdo el sensacional pastel de pollo que hacía mi madre; siempre se las arreglaba para que le sobrara masa para llenar de "cookies" una lata de galletas para mí y mis amigos del barrio.

Su Devil Cake y su Angel Cake eran inolvidables y batiendo azúcar con mantequilla para aquellos bizcochos hice yo mis primeros pininos en la cocina junto con el ritual de hacer una crucecita en forma de cruz en los hicacos para que los penetrara el almíbar, cuando ella los hacía en dulce. Pero su postre estelar era el que mis hermanos bautizaron como "El Primer Premio", aunque ella siempre dijo que lo habia recortado de una revista y que era el primer premio ($ US 150) de un concurso de un fabricante de harina. Es una especie de Strudel de manzana, pero la masa es completamente distinta al hojaldre. Conservo el recorte de la revista y mi madre le escribió a mano una nota: "Esto está muy bueno y caliente es como se debe comer, con leche evaporada St. Charles, si no hay crema fresca".

Yo era bastante...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR