De la necedad a la suciedad

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

José Juan Barea, con todos los clisés apestosos cargados como los llevaría el hombre de la emulsión de Scott -alma de gigante, Puerto Rico es pequeño aunque grande de corazón, nuestro David frente al Goliat de Lebron James- motivó esa orgía de necedad mediática que va convirtiéndose en el tercer gran componente de nuestro temperamento. Estaba de viaje en México y me ocupé de ver el juego de campeonato entre Dallas y Miami. Pero tampoco es para tanto. En vez de baile, botella y baraja, tenemos reguetón, deporte y necedad, esa marca indeleble de la adolescencia colonial.

Como ejemplo de esta necedad -que es una variante de la idiota saciedad resultado del consumismo- animó el mes de junio la fugaz visita del presidente Obama, que tuvo como resultado inmediato que el Partido Popular Democrático proclamase que sí somos un territorio, ¡y qué!, ¡somos súbditos coloniales!, ¡y qué! De la diplomacia en Kasalta a la desfachatez política solo media un sorprendente golpe publicitario. Pero esta vez no hubo exaltación del boricuazo; Obama se quedó sin visitar una fonda retro como La Casita Blanca y sí visitó una panadería de españoles atendida por dominicanos, donde se comió una croqueta española con una variante -la inefable medianoche, "presidential selection"- de esa redundancia barroca que es el palabrero sandwich cubano. Esta vez no tuvimos el pueril orgullo de que se comiera una alcapurria, o uno de esos mezquinos "bocadillos" puertorriqueños que parecen tostados en fotocopiadora. Es como una vez me dijo el dueño de Kasalta para justificarme los pocos empleados boricuas en su panadería: "Es que ustedes los puertorriqueños son muy nobles.".

Nunca supe muy bien qué me quiso decir Jesús Hebrón con aquello de nuestra nobleza, pero lo que sí sé es que el alma puertorriqueña ha vivido -a través del histórico Partido Popular Democrático- seducida por ese materialismo vulgar llevado al absurdo que señala cualquier discusión del status, cualquier intento legítimo por superar nuestra condición de inferioridad política e indignidad colonial, como algo abstracto e inútil. Es como...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR