Necesitamos cultura, urgente

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Ahora bien, Toñito es el tipo de boricua simpático que visita Barcelona y se queda en el Hilton, pregunta por la Plaza de Toros y dónde comer una buena paella. So pena de asumir aires petulantes, Toñito me cae bien; de hecho, es uno de los penepés que mejor me cae. Y Muñoz tiene aún ese aire del campesino parco y honesto, resoluto en sus decisiones y sin el oficio de la retórica que malogró tantos talentos universitarios, la herencia de don Jaime Benítez. Nuestro agrónomo, lo mismo que Norman Maldonado, es universitario que apenas puede ocultar raíces profundas en la tierra borincana. Toñito y Muñoz ostentan esa rusticidad simpática que aún conservamos como gente apenas salida del campo.

Silva tiene mente ágil, inteligencia notable para los números y el funcionamiento del presupuesto. Nuestro presidente Muñoz tampoco se queda atrás. Pero aun así falta mucho; aun así quizás falte todo. ¿Qué está ausente de estos dos buenos puertorriqueños enfrascados en el manejo de algo tan complejo y delicado como la Comisión de Hacienda de la Cámara de Representantes y la Presidencia de la Universidad de Puerto Rico? Hoy por hoy tenemos más de treinta instituciones de educación superior, y aunque no tenemos muchos físicos teóricos, el país y la Legislatura están llenos de "letrados". ¿Qué hace falta?

Pienso que a pesar de cierta simpatía que me provocan, Toñito y Muñoz necesitan eso que está ausente en muchos profesionales puertorriqueños: les falta cultura. Pero no estoy hablando de esa que se logra asistiendo a los conciertos de la Sinfónica -aunque esto ayudaría-, ni visitando el Museo de Arte de Puerto Rico, lo cual considero perfectamente necesario para todos los puertorriqueños. La cultura musical o pictórica no son las más difíciles de lograr. De hecho, ambas podrían lograrse con algo de pereza y un grado de eso que antiguamente se conocía como "roce social". La cultura a la que me refiero es la cultura literaria, la lectura de novelas, cuentos, ensayos, poesía, testimonios y crónicas. Justo eso que el Departamento de Educación censuró tan pronto llegó el PNP al poder, la prohibición de algunos libros excepcionales de la literatura puertorriqueña y latinoamericana, como los cuentos de José Luis González, la novela "Aura" de Carlos Fuentes, las arriesgadas narraciones de Juan Antonio Ramos.

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