La nieta de Oscar

MARÍA DE LOURDES LARA HERNÁNDEZ

DIRECTORA EJECUTIVA DE LA FUNDACIÓN AGENDA CIUDADANA

A Oscar López Rivera y su familia, violentada por el horrendo crimen de privarles su derecho a estar juntos y en paz.

Hace más de 32 años que a este abuelo se le violentan múltiples derechos, de los más humanos que naciones enteras reclaman y defienden. El derecho a amar a su familia libremente ha sido el más violentado. Todo por ejercer su derecho a amar a su patria tanto como a su familia y más que a sí mismo. Nuestro héroe boricua, que nació el mismo día en que Tres Reyes Magos dejaron sus reinos para demostrar su devoción y presentar regalos a un niño pobre que ni siquiera conocían, lleva en su alma la misma compasión para su familia y su país. Dejó su tierra, dejó placeres y arriesgó su vida para luchar por un Puerto Rico libre de desigualdades e injusticias.

Este mes en que escribo, en el que hemos celebrado el año número 65 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el mundo, veo en la figura de Oscar López Rivera un ejemplo de cuán lejos estamos en Puerto Rico de ser un país que vive y disfruta de sus derechos humanos y civiles. Apenas uno de cada 5 ciudadanos los conocemos. Imaginemos cuántos los practicamos. Con tal magnitud de ignorancia, inconsciencia y desarraigo, casos como los de Oscar López son posibles. Estoy segura de que si fuéramos conscientes y educados sobre nuestros derechos y responsabilidades, un caso como el de contar con el preso político más antiguo del hemisferio no hubiera sido posible.

En este sentido, me siento igual de responsable con el aprisionamiento de Oscar. Hay un refrán que dice que los pueblos tienen los tiranos que merecen. Llevamos 65 años de esta declaración de derechos, que podría tenernos en otro nivel de civilización, de solidaridad, de desarrollo pleno, social y económico, y no hemos hecho nada para educarnos, activarnos y movilizarnos hacia este bien universal. Oscar lo intentó con unos pocos más y estoy segura que lo dejaron solo, que muchos dieron tres pasitos para atrás y se escondieron en la comodidad del consumo, de la jaibería, de la supresión del riesgo y hasta de la traición. ¿Cómo pretender que nuestros gobiernos sean...

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