No incineremos opciones de futuro

GABRIEL RODRÍGUEZ FERNANDEZ

PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD PUERTORRIQUEÑA DE PLANIFICACIÓN

Esperamos una decisión correcta que nos abra opciones de futuro, aclarando su política pública en cuanto a la incineración de basura en este país.

Un contrato, esencial para la viabilidad económica del proponente del incinerador, ha sido declarado nulo, pero las empresas podrían encontrar alternativas para seguir con este u otros proyectos similares. Los federales han dado su permiso, como se lo han dado a las termoeléctricas y otras operaciones contaminantes, no porque el proyecto sea bueno o siquiera un mal necesario, sino porque sus documentos prometen cumplir con unos estándares. La decisión final recae donde debe ser: en la Isla, que enfrentará las consecuencias.

Desde la época en que los municipios abiertamente tiraban la basura en los sumideros y barrancas, hasta los "rellenos sanitarios modernos", como país hemos sido poco responsables en atender la problemática de los desperdicios sólidos. Década tras década oficialmente se ha reconocido que el problema haría crisis y que la mejor opción es el lema de "reducir, reusar y reciclar", pero seguimos sin cambiar rumbo. Hacerlo implica, por ejemplo, cambiar prácticas de producción, empaque, mercadeo y distribución, de forma que se reduzca la cantidad de materiales que de inmediato terminará en "la basura".

Eso puede hacerse y seguir siendo rentables, pero por falta de creatividad (o de responsabilidad social), muchas empresas se dejan llevar por otras consideraciones contrarias al interés colectivo.

Todos los sectores podemos también esforzarnos en reusar materiales para no convertirlos en la "basura" que en Arecibo se quemaría a razón de 2,000 toneladas diarias, pero a todo el mundo le parece más sencillo salir a comprar todo nuevo. Sólo el reciclaje recibe algo de atención oficial y de los medios, pero la atención fraccionada y limitada a la industria de reciclaje, fuente potencial de decenas de miles de empleos (y que por ende debiera ser prioridad del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio y no sólo de Administración de Desperdicios Sólidos), nos mantiene a niveles casi ridículos en ese renglón. Todo el mundo sigue esperando que "otro" lo haga todo, sin que "a mí" me cueste ni la decisión ni el esfuerzo de cambiar malas costumbres.

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