'Si no paras, le das con la cabeza a la capota'

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

Y quien lo dice es un camionero, que anda en uno de los vehículos más fuertes y pesados, sentado en una cabina a varios pies de altura.

El hombre fue entrevistado mientras El Nuevo Día recorría una carretera, la PR-28, para constatar el molesto efecto de los omnipresentes hoyos en las vías, que constituyen una de las pesadillas que tiene que sufrir a diario la gente en Puerto Rico, sin importar el lugar donde vivan.

Esa pesadilla, además, tiende a agudizarse en períodos de mucha lluvia como el que experimenta el país desde hace ya varias semanas, puesto que la acumulación de agua acelera la erosión del pavimento.

"Si lo arreglaran sería bueno. Porque en ese hoyo hay que detenerse por completo. Si no lo quieres coger, hay que meterse contra el tránsito. Si no paras, le das con la cabeza a la capota", comentó William Robles, el camionero, sobre el hoyo "bravo", mientras aguardaba en la fila de un quiosco, no lejos del hoyo, que para complicar está justo a la salida de una intersección sin semáforos.

Ese hoyo de la PR-28, que a todas luces amenaza con agrandarse, no es el único de esa vía. A pocos metros, frente a la cárcel federal, otro agujero lleno de agua y con los bordes levantados obliga a los conductores a apilarse en un solo carril. Un poco más adelante, en la intersección con la PR-165, le espera otro no tan amplio, pero profundo agujero junto a la tapa de una alcantarilla.

A la ecuación del malestar por los hoyos contribuye el pobre mantenimiento que se le da a la mayoría de las...

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