El termómetro no quita la fiebre

ANTONIO QUIÑONES CALDERÓN

ESCRITOR Y PERIODISTA

"Entre las medidas que se tomarán" (para enfrentar la degradación) está enmendar el presupuesto vigente para reducir el déficit por $170 millones, sin despedir empleados": gobernador Alejandro García Padilla.

"Vamos a manejarnos para proteger los puestos de los empleados públicos": gobernador García Padilla.

"Todo ente gubernamental tendrá que hacer los ajustes necesarios para recibir igual o menor presupuesto que el actual, sin comprometer empleos": gobernador García Padilla.

"Estoy tratando de tomar todas las medidas que sean necesarias para no despedir empleados": gobernador Alejandro García Padilla.

"Despedir empleados está totalmente fuera de la mesa": Melba Acosta, secretaria de Hacienda.

"Parte de los costos operacionales es la nómina, pero el gobernador ha sido claro en que no vaya a haber despido de empleados": Javier Ramos, director ejecutivo de la Autoridad de Transportación y Carreteras.

Leyendo tanta advertencia de que los puertorriqueños de a pie tenemos que abotonarnos la camisa hasta el ojal del hambre para ver si podemos sobrevivir en estos pavorosos días rememorativos de la Gran Depresión de los años treinta -para lo que hace falta honestidad intelectual en el mensaje y voluntad política para la adoptar correcta acción oficial-, me preguntaba: ¿por qué el empecinamiento ése de "sin despedir empleados"?

Y me contestaba: "Porque, contrariamente al dogma del que se habla, no se está pensando en el bienestar de las próximas generaciones, sino en las consecuencias políticas de las próximas elecciones". Porque el termómetro que usa el Gobierno para medir la fiebre alta de la economía y prescribir la receta de rigor, es el termómetro de la política partidista, del electoralismo.

A ninguna otra conclusión puede arribarse tras escuchar por meses, con mayor ahínco tras la degradación, al gobernador y a jefes de agencia hablando de la necesidad de "reestructurar el sistema de gobierno", "estabilizar las finanzas públicas", "reducir gastos porque no se puede ser 'low fat', sino 'fat free'" (el gobernador a miembros de su gabinete), "lograr un gobierno más pequeño, menos costoso y más efectivo", etcétera, etcétera. Pero todo lo anterior, sin despedir empleados públicos, eso sí.

La pregunta que se cae de la mata es: ¿se puede lograr un gobierno más pequeño, menos costoso y más efectivo sin reducir la aparatosa nómina de agencias que consumen en nómina entre el 40%...

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