No todo lo que es oro, brilla

Dentro de 80 años, ya cuando demos con el año 2100, los libros de historia de Puerto Rico hablarán de las profundas grietas que dejaron aquellos huracanes y terremotos que nos azotaron a principios de siglo. También hablarán de los miles de millones de dólares que se destinaron a nuestra recuperación, que tanto demoraron en llegar -y de los que nunca llegaron- sobre todo por pugnas políticas mediocres, locales y federales, entremezcladas con excesos de burocracia y regulación.Dicen que más vale pájaro en mano, que 100 volando. En Puerto Rico, para tanto dinero que se asignó, llegó lento, demasiado lento. Y ese sufrimiento quedará plasmado en aquellos libros de historia, que de muchas formas insinuarán que no todo lo que es oro, brilla.Hoy, en pleno año 2020, ya podemos decir con toda seguridad que la política partidista define nuestro pasado reciente, que sigue definiendo nuestro presente, y que se irá desbordando en nuestro futuro. En esta inmediatez de dimes y diretes, seguimos echando a un lado lo importante: un análisis profundo y constructivo, con políticas públicas bien pensadas, para forjar un mejor Puerto Rico.Si estamos mal aquí, lamentablemente, tampoco tenemos modelos ejemplares en Washington. En la capital federal también abundan personajes disfrazados de santos, que prometen ayudas a un pueblo desahuciado, pero que en la práctica, hacen todo lo contrario. Así, persiste la opinión de que todo Puerto Rico es corrupto y se siguen imponiendo trabas.Sí, hay casos de negligencia y corrupción, pero todo en su justo contexto. No debemos olvidar que el dinero siempre atrae al pillo, y que han habido incontables casos de corrupción en otras partes de Estados Unidos (y el mundo entero) que han recibido largas sumas de dinero luego de grandes catástrofes. Tanto así que ha emergido toda una industria que se dedica a guiar y monitorear estos botines de recuperación.Indudablemente, debe haber controles para prevenir el mal manejo de fondos. Nadie más que los mismos puertorriqueños queremos ver un proceso limpio. Pero cuando se ponen tantas restricciones, no se busca facilitar el proceso. Es un castigo.Frecuento los pasillos del Congreso y a menudo visito agencias federales. He visto de cerca como se toman las decisiones sobre Puerto Rico. Hay quienes reconocen, en privado, que Puerto Rico necesita y merece más dinero para su reconstrucción. Pero en público, el mismo presidente de Estados Unidos, como muchos otros, despotrican en contra de la...

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