La nostalgia del que se va

Por José A. Delgado

jdelgado@elnuevodia.com

El matrimonio de José Rivera y María del Carmen Torres conoce de primera mano la realidad de muchos emigrantes: cambiaron su terreno natural por el incentivo de una mejor situación económica.

Torres llevaba 20 años como empleada del Departamento de Educación, pero su marido, veterano de la guerra de Irak, no encontraba un buen trabajo en la Isla a pesar de tener un bachillerato en Economía y una maestría en Justicia Criminal.

"Hizo trabajos temporeros de ayudante de maestros, por contrato con la Reserva del Ejército, en una fábrica y de guardia de seguridad. Pero siempre le decían que estaba sobrecualificado", dijo Torres.

Desde principios de 2009, -junto a su hijo pequeño, que ahora tiene 8 años- viven en Del Río (Texas), donde Rivera trabaja en la frontera con México como oficial del Negociado de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés).

Del Río, justo en la frontera con México y sede de la conocida base área Laughlin, tiene una población de 35,500 habitantes, con un ingreso per cápita de cerca de $ 15,000 anuales y un índice de criminalidad muy bajo.

La oferta salarial a Rivera le duplicó los ingresos a la familia. "Nunca había pensado en dejar mi país", dijo Torres.

En su caso, la puertorriqueña Rocío del Mar Pérez sabía que haría la transición de residente de Puerto Rico a Estados Unidos desde que vino a la Universidad de George Washington, en la capital estadounidense, a estudiar su maestría en Derecho.

Es también una cuestión de trabajo. Su especialización es en patentes y en Puerto Rico, dijo, el campo no está bien desarrollado.

"En la Isla no hay demanda. No se están generando inventos o la gente no está al tanto de que puede proteger sus productos", sostuvo Pérez, examinadora de patentes en la Oficina de Patentes y Marcas del Gobierno federal.

Pablo Cáceres, por su parte, se mudó a Kissimmee (Florida) a principios de 2012 frustrado con la falta de atención a las necesidades educativas de sus dos hijos, de 13 y 7 años, que han tenido que lidiar con déficit de atención e hiperactividad.

Bajo la ley federal, los estudiantes reciben atención especial en el sistema público de enseñanza si los síntomas son diagnosticados por un médico.

Cáceres, sin embargo, sostuvo que tras la aprobación de la Ley 7 el Departamento de Educación eliminó plazas de trabajadores sociales que...

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