Novedosa historia conocida

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

En ese filme francés, que ganó el Oscar de mejor película hace dos años, la ausencia de diálogo y el uso de la fotografía en blanco y negro era parte de un ejercicio diseñado para rendirle tributo al nacimiento de Hollywood. En esta reinversión ibérica de Blancanieves, la misma técnica exalta un mundo de fantasía donde el péndulo dramático va de lo sublime a lo trágico dentro de una misma escena.

La dirección de Pablo Berger es simplemente exquisita y se distingue por darle un toque moderno al recurso más básico del lenguaje cinematográfico. Armado de esta propuesta artística, el director puede evocar de forma directa el espíritu oscuro de la versión original de este cuento de los hermanos Grimm. Aquellos que no estén familiarizados con esa versión deben saber que el final feliz de la versión de Walt Disney no existe.

Al igual que la mayoría de las decisiones artísticas de esta película, el cambio de tono no es un capricho para generar melodrama. Tanto director como guionista, Berger es consciente de que aunque la historia del personaje titular es una fantasía, eso no significa que no pueda reflejar los aspectos más agridulces de la vida real. Solo porque el personaje titular no tenga su final feliz para siempre no significa que no sea la heroína de su propia historia.

Esta Blancanieves enfrenta todos sus miedos con valentía, algo...

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