La nueva cara del horror

Por Jack Coyle

Prensa Asociada

En 1971, año en que se desarrolla la trama, la familia Perrons compró a un banco una casa de campo en las afueras de Rhode Island que pensaban que sería la casa de sus sueños. La misma resultó estar poseída por espíritus demoniacos que empezaron a aterrorizar a la pareja y a sus cinco hijas. La trama del filme sigue las visitas que los Warren prestan a esta familia de clase trabajadora para investigar los eventos.

Lorraine, clarividente, y Ed, un demonólogo sancionado por el Vaticano, son más conocidos como el matrimonio de profesionales en asuntos paranormales, devotamente católicos, cuyo trabajo con la familia Lutz sirvió de base para la película de 1979, Amityville Horror.

La historia de The Conjuring -que clasifican como su caso más aterrador, aunque previamente desconocido- se construye con el molde setentoso de Amityville y en cierto sentido como The Exorcist. La película inicia de forma majestuosa dándonos la corazonada de sus aspiraciones en esa dirección.

¿Se ajusta a sus pretensiones? Ciertamente, mucho más que la mayoría de los filmes de horror. Sin embargo, a pesar de estar efectivamente construida, la producción carece del crudo poder evocador de sus modelos (The Exorcist, por ejemplo, sentó un arquetipo demasiado alto). Aun así, The Conjuring es una inusual, pero sólida, pieza dentro del subgénero de filmes sobre casas embrujadas.

Su director es James Wan, mejor conocido como uno de los fundadores del odioso tipo de filmes de horror conocidos como "porno de torturas" ("torture porn") con Saw. Su acercamiento en The Conjuring es clásico: Wan consigue exitosamente construir con gran paciencia el suspenso (del que hay bastante). Aquí no verás charcos de sangre, sino las tradicionales puertas que se cierran solas o centellazos de luz en...

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