Nuevo futuro para la manufactura

Por Juan Lara

economista

A riesgo de que me acusen de trivializar el acierto poético de dom Vinicius, se me ocurre que esta es una buena descripción de la relación que hemos tenido los puertorriqueños con la manufactura de alta tecnología en las últimas tres décadas: nos enamoramos de ella por lo que tiene de linda y sexy, pasando por alto muchos de sus atributos más permanentes y profundos. Celebramos a la industria farmacéutica, que para nosotros es la rama emblemática de la manufactura de avanzada, por el prestigio de las patentes, la penetración en la economía global, la producción de conocimiento y la capacidad de generar grandes ganancias y pagar salarios de Primer Mundo.

No hay duda de que todo eso debe celebrarse, pero para que se cumpla la promesa de la manufactura en nuestra economía es necesario que se desarrollen otras dimensiones de este sector que en las últimas décadas no han pasado de ser oportunidades atractivas, pero poco aprovechadas.

Por ejemplo, es necesario aumentar los eslabonamientos de las industrias manufactureras con otras industrias, de manera que el sector pueda servir realmente de motor para el resto de la economía y convertirse en líder de la generación y diseminación de innovaciones que estimulen la productividad del País en su conjunto, como sistema. Más aún, la manufactura del futuro debe servir, entre otras cosas, para sentar las bases de una plataforma de exportación arraigada en el capital local.

En la crisis actual, hemos visto que el tejido productivo de nuestra economía está en peligro de deshilacharse. Lo vemos en la construcción, la banca, el comercio de capital local y, cada vez más, también en la manufactura. Por lo tanto, la prioridad tiene que ser detener el deterioro de la base productiva, en todos los niveles.

En la Isla estamos viviendo, desde hace algunos años, el ocaso de la gran manufactura farmacéutica, debido a la expiración en serie de la mayoría de las patentes que protegían a diversos medicamentos de fama mundial, y cuya producción se concentraba en Puerto Rico, y a la erosión continua de la competitividad de nuestra economía. De hecho, en un informe que publicó hace un año el Banco de la Reserva Federal de Nueva York se indica que una de las debilidades de la economía puertorriqueña es su alta dependencia de una industria en contracción, refiriéndose a la producción farmacéutica.

Por extraño que parezca, este proceso negativo tiene un lado positivo, y es que algunas de las plantas...

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