Obsesiones

Ileán Pérez Cruz

Hasta el amanecer sabe familiar con sus días cortos y sabrosas lunas incandescentes que en mis amanecidas estudiando siempre me velaban cuando vivía en casa de mis viejos. Así me concentro en los detalles de este paisaje porque regalar más suspiros atormentados, reflexiones apocalípticas, regar de ausencia más que de presencia agota y me cansa.

Este año me comprometí a dos cambios. Una de las propuestas fue cocinar más. Realmente, conocer los placeres del aunar sabores con aromas y presentaciones, porque si fuera por mí, la cocina estaría lustrosa por falta de uso. La otra proposición la dejé abierta, así, media incierta en composición para que cupieran muchas cosas: vida nueva.

Y así voy, exorcizando los patrones de pensamiento obsesivos que me arruinan la construcción del pensamiento presente al limitarme a viejos hábitos que tenían su causa en luchas pasadas, vencidas o abandonadas. Por eso dejo atrás el marco fijo unidireccional que cuelga como foto en la pared de un momento pasado que sólo rememora lo que fue y ya no es.

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