Océanos

MAYRA MONTERO

ESCRITORA

Los que permanecieron en el Capitolio y no fueron invitados al hangar, tuvieron mejor suerte. Se enfundaron en unas camisetas extrañísimas que leían "House of Representatives of PR", en honor al visitante, pero que el visitante no llegó a leer. Alzaron banderas, pero no las manos, no hubo manitas gélidas en el Capitolio. Gélidos, los corazones. El presidente ni les dijo adiós. Me recordó una escena de "Pasaje a la India". Verla para refrescar.

Pero lo peor peor, fue la falta de caballerosidad de los caballeros. A ver. El que no las haya visto en detalle, tiene que volver a ver las escenas de La Fortaleza, esa parte en que Obama, el gobernador, el comisionado residente y la primera dama, se detienen frente a una orquesta de jóvenes que tocaba "En mi viejo San Juan". Pienso en los pobres músicos asándose en la espera; no había una carpa, ni el breve alivio de un breve nubarrón.

Terminada la pieza y pronunciadas unas palabras de felicitación a los ejecutantes, el presidente echó a andar a grandes zancadas para salir del lugar. Los guardaespaldas le dijeron que saliera y él salió. Sus acompañantes, los varones, gobernador y comisionado, apretaron el paso, no sin dificultad, para poder continuar a su lado.

Pero sucedió que la primera dama, con tacones supongo, no pudo hacer lo mismo y quedó rezagada, sola, emprendiendo una carrerita insólita detrás de los tres hombres. Nadie la esperó. Obama seguía dando zancadas inalcanzables, los anfitriones pasaban las de Caín para mantenerse a su altura, y la señora atrás, bastante atrás, avanzando a saltitos como si llevara kimono y zapatos lacados. Si el marido no puede, tenía que acudir un ayudante para llevarla del brazo razonablemente y no exponerla a esa lastimera precipitación. En todo caso, era de cajón que la esperaran. Los machotes fueron a lo suyo, delante, hablando de cosas importantes. Y la primera dama, que no tenía otra primera dama para disimular, se fue a la cola. Si alguien lo duda, volver a ver la escena, creo que el noticiario del Canal 4 fue el que mejor la recogió.

Y ya. Qué estragamiento, qué baño en agua de colonia, qué desencantado todo. La gran vencedora, una panadería. No hay más que hablar.

O sí, se puede hablar del océano, del mar tan golpeado aquí y tan frágil. Cada vez que caen esos grandes aguaceros y coinciden con los meses del verano, desaparecen, como por arte de magia, las advertencias de contaminación del agua en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR