La odiosa pregunta

Cuando éramos niños y niñas, y mirábamos el mar abierto del futuro sin dejar que el resplandor del sol nos nublara la vista, a todos nos hacían una vez, dos veces, tres veces, muchas veces, hasta el hastío, francamente, la misma pregunta: ¿qué tú quieres ser cuando seas grande?

No quería uno saber de nada más que no fuera correr bicicleta, jugar pelota, baloncesto o Pac-Man, sumergirse en los arrebatadores primeros amores como quien entra caminando en una piscina de aguas frescas, no ver, ni dejarse importunar, por nada que fuera más allá de la próxima película, el descubrimiento que asomaba o la aventura de mañana.

Pero en cada cuarto a que uno entrara, cuesta que subiera o puerta por la que saliera, asomaban, como desde atrás del horizonte, los ojos burlones, la boca socarrona, dejando caer otra vez la misma pregunta.

Llegaba el momento en que no era posible huir más. Pasaba bien entrada la adolescencia, cuando “ser grande” ya se anunciaba en vellos donde menos uno se los hubiera esperado antes.

Led Zepellin cantó “there are two paths you can go by, but in the long run, there’s still time to change the road you’re on”. Pero, comoquiera, para empezar había que elegir un camino, una carrera universitaria o vocacional. Había que señalar algo y decir: a eso yo quiero apostar para ganarme la vida, ser autosuficiente y cuidar de los míos hasta que a ellos también les toque contestar la inevitable, la odiosa pregunta.

Las personas y los pueblos se parecen más de lo que a menudo imaginamos.

Ambos crecen, se desarrollan, adquieren los rasgos que los distinguen de cualquier otro. Lo natural es que en algún momento quieran o puedan valerse por sí mismos. Lo natural, no obstante, no siempre lo es en Puerto Rico. Los pueblos eligen qué quieren ser cuando grandes al identificar y apostar a un modelo de desarrollo económico que, seguido con determinación y disciplina, más allá de cambios de gobierno, cree riqueza que sirva para atender las necesidades de los habitantes de ese territorio.

Puerto Rico no acaba de contestarse a sí mismo esa pregunta.

Hemos vivido una prolongada niñez de más de cinco siglos, primero al amparo de España y desde hace 119 años y medio, bajo la dominación estadounidense. Crecimos cómodos y con desparpajo al cuidado de otros, creyéndonos país para lo que nos conviene y dejándoles a otros lo más complicado, que a menudo es también lo más importante.

Encontramos normal, aunque no lo es, ni de lejos lo es, que a todo problema...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR