Ojalá

Rosa Mercado

Que sea el dos de enero o no, habrá toma de posesión y la invitación respetuosa es que reine la mesura. Que el jolgorio y la alegría de los vencedores no sea a costa del bolsillo maltratado de vencedores y vencidos por igual. Sería un gesto elegante que el gobernador electo tome posesión en los predios del Tribunal Supremo, sin fanfarria ni orquestas ni cosas semejantes.

¿Que es necesario el jolgorio porque los cantantes y los músicos tienen que guisar? Pues que guisen, que si todos guisamos todos somos más felices, pero que el guiso no sea con fondos públicos.

Y que no ocurra lo que históricamente ha ocurrido con nuestros gobernantes, que una vez instalados en el Palacio de Santa Catalina, reciben la visita misteriosa del conformismo, como si una voz omnipresente les dijera: "lo que prometiste no se puede hacer, arréglatelas como puedas". O de otra voz más apabullante todavía que les susurra incesantemente: "Esto...

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