Oposición

Miguel Rodríguez Casellas

Mucho se ha dicho de la pasividad boricua; de hecho, modernos y postmodernos han coincidido en el diagnóstico desde sus respectivas coordenadas. La condición colonial es el argumento recurrente, cuya inapelable extensión desalienta cualquier gesto opositor. Cada nueva excusa para justificar la inoperancia encuentra acomodo y validación tanto en la psiquis del pueblo cansado como en los atribulados círculos académicos.

Hay algo del statu quo que resulta cómodo. Su ambigüedad fluida ha provisto suficientes espacios de confort como para contener a cada sector del abanico social. Hasta la queja diaria es un facilitador de esta complacencia plural.

Cuán mal tendrían que ponerse las cosas para producir una oposición efectiva es un misterio. Más que estámina y perseverancia, falta la chispa inflamadora. La indignación frente al noticiario ya no enciende porque se ha vuelto fórmula y rutina. ¿Cómo entonces producir la excepción que lleve a la acción? ¿Será cuestión de contenido o representación? Sospecho lo segundo, que para encender el ánimo nacional y construir...

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