Orden, caos y el #cateopatrio

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

Atrás quedó la época del piano en la calle, del asopao de bacalao para los vecinos y de las calles convertidas a toda hora en una inmensa galería de arte. En el primer festejo -que surgió en el 1970 como un esfuerzo vecinal que más tarde vendría a liderar Doña Rafaela Balladares (1914-2011) por petición de don Ricardo Alegría (1921-2011)- no más de 30 personas estaban allí para el desfile inicial de cabezudos y el corte de cinta. Un evento que buscó recuperar la tradición gestada en el 1954 por el padre Juan Manuel Madrazo en honor al santo que da nombre a la calle, para restaurarla y recaudar fondos para la parroquia.

Con el paso de los años y sobre todo tras la entrada de grandes auspiciadores, particularmente de industrias cerveceras, la personalidad de las fiestas comenzó a evolucionar. Pleneros y batucadas comenzaron a encontrarse en las esquinas y de decenas de miles de personas pasaron a cientos de miles durante los cuatro días que dura el evento que comienza mañana en su edición número 44. La fiesta creció y se multiplicó y se convirtió en una de las principales concentraciones de expresión cultural del País. Pero también con ella creció el reto de mantener unos controles básicos que permitan a la ciudadanía recorrer las calles cantando, subiendo y bajando en un ambiente seguro.

Durante años la cifra se ha mantenido más o menos estática. Por lo general, cada año se documenta un promedio de 200 casos anuales de emergencias -casi todos vinculados a intoxicaciones en jóvenes a causa del consumo excesivo de alcohol-, suelen reportarse peleas sobre todo a altas horas de la noche en las filas para el transporte colectivo y el año pasado el tema de la seguridad alcanzó su clímax tras el asesinato de un hombre en pleno evento en la Plaza del Quinto Centenario.

De ahí que las administraciones municipales continúen buscando alternativas para ofrecer una respuesta contundente a preguntas complejas: ¿Cómo se controla aquello que por naturaleza es caótico? Si las lógicas del carnaval parten de un periodo en el que se suspenden las normas sociales y las identidades se trastocan, ¿cómo mantener la identidad del evento, su carácter espontáneo y festivo y a su vez procurar un orden que redunde en seguridad? ¿Cómo conciliar el público diurno que va a las Fiestas de la Calle San Sebastián con sus artesanías, su teatro callejero, sus músicos, con el público nocturno que acude a "la SanSe" donde -en ciertos...

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