'¡Orgullo criollo!'

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

La de ayer fue una tarde "especial" para Johnny Lozada. El animador y cantante recorrió las avenidas de Caguas en una guagua como parte del recibimiento que sus compueblanos le hicieron por haber triunfado en la cuarta temporada de la competencia Mira quién baila (Univisión). Durante el evento pudo entregar el cheque de $80 mil que ganó en el reality show a la entidad Habitat for Humanity of Puerto Rico, que construye casas con ayuda voluntaria. A esa suma de dinero donaría posteriormente otros $25 mil por un concurso que venció dentro del programa, anunció el exintegrante de Menudo en el Paseo de las Artes de la Ciudad Criolla. Pero la satisfacción más grande la recibió él en medio del frenesí de sus seguidores.

Confirmaba su alegría con la reacción una señora que sujetaba su brazo como si fuera un trofeo. "¡Es mi héroe!", exclamaba Chevy Parrilla. "¿Qué si me gusta? ¡Me encanta! Porque es eléctrico y se menea bien". La fanática había viajado desde Río Piedras pues deseaba "tocarlo" y así lo hacía mientras insultaba a la mexicana Ninel Conde, quien fue jueza de Mira quién baila y ha librado una guerra contra Johnny luego de comentarle que le hacía falta ser "más macho" en la pista.

"¡Esa atrevida! ¡Qué se cuide! ¡Le voy a halar esos pelos!", comentaba la aficionada.

Pero Johnny no tenía ganas de pelear. Montado en una guagua con su esposa Sandy Meléndez y el alcalde William Miranda Torres, el presentador de Despierta América saludaba felizmente a la gente que se iba encontrando en el camino.

Casi todas sus seguidoras eran féminas. En dubi y rolos, algunas salían corriendo de un salón de belleza para fotografiar al artista. Otras preferían llevarse las manos al pecho y crear un símbolo de corazón para su ídolo.

Entre la lluvia que se confundía en un día soleado, la tarde prometía aún más fanáticos. Con sombrilla en mano, una chica se levantaba del suelo tras haberse caído por tanta emoción. Niños descalzos brincaban de alegría mientras perseguían la caravana. Hombres señalaban al animador y luego simulaban una pelea de boxeo como en una especie de señal de apoyo. "¡Nuestro campeón criollo!", se escuchaba a uno.

Con sus talleres ubicados frente a la avenida, mecánicos extendían sus manos grasientas por el trabajo del día. Y hasta una monja vestida de blanco sacaba el cuello por la ventana de su auto para capturar el momento con la cámara de su celular. "¡Orgullo criollo!", decía.

Las actividades...

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