Oscar, 31 años preso por amor

EUNICE SANTANA

DIRECTORA DEL INSTITUTO CARIBEÑO DE ACCIÓN Y FORMACIÓN

Ese amor de Oscar por sus compañeros de lucha es el mismo amor que lo une a su pueblo puertorriqueño. Es también el amor que profesa por la justicia, la verdad, la libertad, la paz y la vida, como tantas otras almas nobles de la historia humana. Por eso, aun estando en prisión, es capaz de mantenerse lleno de ánimo, siendo solidario, sin deformaciones en su carácter, libre de amarguras, sin resentimientos, sin sentimientos de venganza y conectado con su pueblo.

Ni treinta y un años en prisión, ni el trato inhumano que ha recibido, le han podido quitar a Oscar esa capacidad para amar ni la dignidad propia de un ser humano admirable.

Por razones únicamente políticas, Oscar cumple una sentencia desproporcionada, más larga que la que se le impone a un asesino. Además, durante sus años en la cárcel las autoridades le han violado sus derechos humanos; lo han maltratado; lo han encerrado en el hoyo, privándole de todo contacto con otras personas; lo han alejado de su familia y de su comunidad; le han negado atención médica en momentos difíciles; le han privado acceso a vistas a su favor; han tergiversado los cargos que pesan en su contra para mantenerle en prisión, y le han sometido a medidas punitivas disciplinarias viciosamente, entre otras cosas.

Pero ni las rejas ni el castigo inmerecido, ni las intrigas, ni el odio han podido aprisionar su espíritu, ni ocultar la verdad, ni doblegar la voluntad de quienes le defienden.

Ninguna persona que se considere cristiana debe estar ajena a lo que implica ser un prisionero político. Año tras año conmemoramos la crucifixión del preso político más...

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