País

Mari Mari Narváez

Cuando era pequeña, mi papá siempre decía que éste era el país más bello que él había visto en su vida. A mí siempre me pareció exagerada aquella sentencia, y se la adjudiqué a su amor desbordante por "la patria".

Ahora, sin embargo, me sorprendo creyendo lo mismo que él, a pesar de los países realmente despampanantes que he logrado ver. Sospecho que he descubierto la belleza de lo propio. Creo que no se nace "patriota". Eso que desde pequeña te enseñan es "la patria" y a lo que yo llamo más naturalmente "mi país", es algo que se ama con el tiempo, y a veces "no tanto por los vivos como por los muertos", decía ayer mi hermano, creo que con razón. Parte de ese amor expansivo retoña -tal vez más de lo que una piensa- de la tierra misma donde devuelves a tus muertos.

No es sencillo amar este lugar, que nos aboca fácilmente a la frustración y al resentimiento; una "patria" polarizada entre la indiferencia y el deseo, entre la inercia y la trascendencia. Un lugar que es muchos lugares...

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