Padres que estudian para ser padres

Por Mildred Rivera Marrero

mrivera1@elnuevodia.com

Así describe Larry Agosto Merced el drástico cambio que dio su vida a los 15 años cuando, justo después de entrar en la adolescencia, supo que su novia Ninoshka Negrón Nieves, estaba embarazada. Lo dice con una sonrisa y una candidez propia de sus, ahora, 16 años, mientras sostiene a su hija Larryanis, de seis meses, en su falda.

Aunque ninguno de sus amigos es padre, Larry comparte la realidad de una paternidad temprana con otros cientos de adolescentes y sus familias. A pesar de que el embarazo y paternidad de adolescentes es una realidad social que siempre ha existido, la creciente cantidad de jovencitas que quedaban embarazadas se convirtió en una preocupación para agencias públicas, y organizaciones sin fines de lucro en las pasadas décadas. Las cifras recopiladas por el Censo en el 2008, sin embargo, revelan una disminución de 21.2% en los nacimientos vivos en el grupo de adolescentes, al compararlo con las estadísticas del 2000. La tasa de fecundidad de las madres adolescentes fue de 56.9 pora cada 1,000 mujeres de 15 a 19 años en el 2008, lo que antes era de 72.2 por cada 1,000.

Para Larry y para Ninoshka, sin embargo, esos números poco importan. Lo que sí cuenta desde hace un año y tres meses son los cambios que tuvieron que hacer por su bebé.

"Yo pensé: 'ahora me chavé'. Creía que había dado un mal paso en la vida. Al principio estaba mal porque era chiquito. Mi mai no lo podía creer, no esperaba eso", confiesa Larry, quien tiene otros cinco hermanos. Él es el del medio y el primero en ser padre.

Ante la sorpresiva revelación, la familia toalteña decidió apoyar a la pareja. Su madre y la de Ninoshka determinaron que los jóvenes se mantendrían viviendo cada uno en su hogar y que irían al Proyecto Nacer, en Bayamón, a terminar sus estudios y, al mismo tiempo, tomar cursos de paternidad y maternidad responsable en la Escuela de Padres Adolescentes que es parte de la organización.

Larry, quien tiene un trabajo a tiempo parcial los fines de semana, explica que allí les enseñan a "como criarla, cuando llora, saber qué le pasa".

Y no es para menos. Para él, "lo más difícil es aguantar la lloraera", y "jugar con ella es lo más que me gusta". También le gusta dormirla, dice sentado con ella en una silla mecedora del centro de cuido del Proyecto Nacer. La mira brevemente con ternura y sostiene que quiere desarrollarse y trabajar para darle todo lo que ella necesita.

Ninoshka, por su parte...

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