Pantallas

Félix Jiménez

La erótica del Facebook supone tantos misterios, pero en rigor hay cero seducción. Es "wham, bang, thank you", en fugaz idilio, y a otra cosa. Antes de leer lo que hay que leer, compartir. El marco disciplinario que impone la supuesta libertad de divagar tactilmente por el mundo es traicionero. Es casi sexo sin carne. Y también nos hace parte de un triángulo y de su trayectoria de infidelidades.

La televisión -la tercera en concubinato- recordó esa insana geometría la semana pasada. Una palabra suya, una imagen, desató el abandono y la disipación. De la TV se corrió al FB, y se contó el chisme como en la TV lo contaban, sin pensar cuál fue la fuente de las fuentes, y cuál la fuente de estas otras.

En la carrera, nadie se acordó de retener algún control. Y llega la difusión paralela de la mentira, y luego de la aclaración de la mentira. Que los polos televisivos de CNN y Fox hayan entregado sus espíritus a la competencia por un titular que ninguno acertó ("Obamacare" sí fue validado)...

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