Papi no tiene la razón

En el pasado siempre pensé que nuestros padres no se equivocaban y siempre tenían la razón. Hoy, a los casi 69 años de edad —¡jamás pensé!—, me he dado cuenta que estaba equivocado. ¿Cómo?

El mejor ejemplo me lo acaba de dar la distinguida periodista Wilda Rodríguez. Su columna de ayer, 15 de mayo, “¿Un plebiscito para papi?”, me hizo volver a la realidad. Todos sabemos que el plebiscito del 11 de junio es una pérdida de tiempo, de esfuerzo y de dinero.

A propósito de dinero, ¿cuál es el empeño en desperdiciar entre siete millones de dólares a $10 millones en un ejercicio donde la gran mayoría de los posibles votantes, ni siquiera nos acercaremos a las escuelas designadas como colegios. Es un...

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