Paraíso perdido

RAFAEL A. TORRECH SAN INOCENCIO

HISTORIADOR

Muy bien podría atribuirse al gobernador electo, pero su autor fue John F. Kennedy. Es el honesto reconocimiento de que no hay paraíso perdido, solución fácil ni rápida. Que la redención de un país es un largo y difícil afán que requiere el sacrificio de todos. Y mucha visión a largo plazo.

Despertamos con sobresalto al hecho de que el paraíso prometido nunca existió. Que no hubo recuperación económica y que poco logró la medicina amarga. Que gobernar con un ojo en el País y otro en los bonistas, no acercó el paraíso. No hay acrobacia que valga. Terminada la función, el dueño del circo reclamó con furia la tajada comprometida.

Un país que parecía no poder sorprenderse está patidifuso. Al levantar la losa de tanto discurso calvinista de valores e integridad, emerge del Comité de Transición un cucarachero de corrupción y cuentas chuecas. Nadie sabe nada, nadie meneó nada, y peor, nadie hizo nada. Los mismos que reclaman rechonchos bonos de productividad admiten que todo está peor que antes. Y parece no importarles mucho. Al partir, un beso, una flor y una cuadrilla de incompetentes atornillados a puestos, juntas y tribunales. El que venga que bregue con ellos.

Ya se aproxima el próximo paraíso perdido. La sacudida de las promesas de que volverían los días felices, de que se restituiría todo lo quitado, y de que...

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