Un pasado que arroja luz a la situación actual

La destrucción jamás vista en Puerto Rico causada por el huracán María en el sistema eléctrico provoca la búsqueda de respuestas, que terminan por desempolvar recuerdos que parecían desaparecidos en el tiempo.

Sin embargo, con miles de ciudadanos a oscuras durante largos meses, ese pasado parece más cerca que nunca.

El recuerdo puede comenzar con un villalbeño que, al atardecer, prendía su planta para encender la única luz en todo el área.

Sin embargo, no se trata de uno de los tantos generadores eléctricos que resuenan desde que el ciclón dejó a Puerto Rico a oscuras, sino del primero que se utilizó en el país, hace ya 125 años, en 1893.

En efecto, todo comenzó con una planta. La primera bombilla eléctrica que se iluminó en Puerto Rico obtuvo la energía del generador de José Ramón Figueroa, un acaudalado hacendado cafetalero que fue el primero en producir energía eléctrica en Puerto Rico con un generador en aquel año.

La gesta fue inmortalizada por Luis Muñoz Rivera, en el periódico La Democracia, en abril de ese año.

“Era un espectáculo. En plena campiña, el progreso con sus resplandores más brillantes”, escribió Muñoz Rivera, sin saber que una rutina similar como aquella sería el día a día de muchos puertorriqueños para poder sobrevivir, más de 100 años después.

En aquel momento, fue una iniciativa de Figueroa para alumbrar su hacienda privada, pero, tres años antes, un decreto real del gobierno español ya había invitado a que se sometieran propuestas para fundar un servicio de energía para la isla.

Hubo solicitudes, pero nada se concretó hasta que se supo que San Juan sería una de las paradas en el viaje de la Infanta María Eulalia de España y su esposo Antonio María de Orleans, de camino a la Exposición Mundial de Chicago.

De esta manera fue como la Sociedad Anónima de la Luz, presidida por Melquíades Cueto, recibió autorización y completó, para mayo de 1893, la instalación del primer alumbrado eléctrico en San Juan.

Instaló ocho focos y 600 lámparas incandescentes que “inundaron de luz los alrededores del templete que sirvió de embarcadero a su Alteza”, cuando se fue de San Juan al anochecer, relata Eugenio Látimer Torres, en su libro sobre la historia de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE).

Quizás ahora sea difícil pensarlo, pero aquella fue la primera de varias compañías de generación y distribución -privadas y municipales- que surgieron en poco tiempo y que dieron origen a la infraestructura eléctrica de Puerto Rico.

La energía eléctrica en Puerto Rico, por lo tanto, no nació del monopolio que conocemos hoy en día. Se llegó ahí en una complicada historia, relatada por Látimer Torres, que permite un mejor entendimiento de la situación actual.

CORPORACIONES MUNICIPALES

Uno de los primeros choques con ese pasado se encuentra en los reclamos de alcaldes que actualmente exigen que la AEE repare el sistema en sus pueblos. En realidad, la Pepino Power Authority que ha reparado la infraestructura eléctrica en San Sebastián tras el paso de María y bajo las órdenes del municipio no es una novedad.

Por décadas, muchos municipios llegaron a tener sus propios sistemas de generación y distribución de energía eléctrica.

Arecibo fue uno de ellos. En el 1903, se completó la planta eléctrica que llevó luz a las calles, utilizando la energía de un generador que operaba...

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