Pasión por la vida y la música

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Esta excelente comedia liviana es una celebración del arte de hacer música y una meditación emotiva de lo que significa entrar en la etapa que muchos benévolamente denominan como el otoño de la vida.

Con una fotografía espectacular, un elenco de primera y un guión que balancea perfectamente los elementos dramáticos con un buen sentido del humor, Hoffman entrega el tipo de joya cinematográfica que se espera de un director veterano.

El filme, que adapta la obra de teatro del mismo nombre de Ronald Hardwood, tiene como su enfoque central a Beecham House, una casa de envejecientes localizada en las afueras de Londres, que se distingue por acomodar músicos y cantantes. La institución se sostiene con los fondos de un concierto anual en el que los residentes salen de su retiro para dejar brillar su talento particular una vez más.

Al principio de la cinta, los residentes están en medio de los ensayos para una noche de música que celebrará el natalicio del compositor italiano Giuseppe Verdi. Aunque de primera instancia parezca que vamos a ver una versión británica de Grumpy Old Men con música clásica, la llegada de Jean Horton (Maggie Smith), una distinguida soprano, empuja la trama a un lugar más melancólico.

La presencia de Horton lleva a revisiones en el tributo a Verdi y causa que algunos de los residentes tengan que enfrentar su pasado mientras que otros tienen que evaluar lo que quieren para su futuro.

Aunque la avalancha de superlativos a esta película es inevitable, vale la pena resaltar que la producción tiene un ritmo pausado.

Hoffman crea el espacio para exaltar un lugar donde los residentes pueden nutrir su espíritu con lo que les apasiona; al igual que tiene secuencias que se apoyan completamente en la vitalidad artística de la música que se está utilizando.

Uno de los momentos más agradables de la película es una escena en la que uno de los personajes principales le da una clase de música a un grupo de jóvenes. La comparación entre la música clásica y el rap no tiene que...

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